La educación es un proceso formativo que va más allá del aprendizaje de contenidos y desarrollo académico, en este sentido, las instituciones educativas están llamadas a formar integralmente a los estudiantes, promoviendo la capacidad en ellos de construir su proyecto de vida en forma plena, para convivir y participar en forma responsable, tolerante, solidaria, democrática y activa en la comunidad, y para trabajar y contribuir al desarrollo de la sociedad.

La escuela es uno de los contextos más importantes durante el desarrollo de la niñez y adolescencia, ya que es ahí donde pasan la mayoría de su tiempo y se llevan a cabo la mayor parte de las interacciones sociales y cotidianas, siendo así uno de los ámbitos de desarrollo de la personalidad y el espacio estratégico para promover la salud mental, fomentar estilos de vida saludables, y aprender a convivir sanamente con otros.

Es por ello que las instituciones educativas están invitadas a participar de la prevención de la conducta suicida en niños, niñas y adolescentes, tanto por ser un espacio estratégico y efectivo para estas acciones, como también por ser una necesidad sentida de las comunidades educativas que perciben la salud mental de sus estudiantes en riesgo.
La prevención de la conducta suicida en establecimientos educativos involucra la participación de toda la comunidad educativa -estudiantes, sus familias, directivos, docentes, administrativos y secretaria de educación, que en conjunto deben promover los conocimientos y comportamientos relacionados con estilos de vida saludables desde una lógica preventiva, e identificando y manejando activamente conductas de riesgo que pudiesen apreciarse al interior de la comunidad.

Partiendo de esto el Instituto José Antonio Galán ejecuta una serie de acciones para la prevención del suicidio que tienen como objetivo sensibilizar, educar y entregar herramientas a la comunidad educativa para minimizar factores de riesgo, que incluyen la promoción de un clima escolar protector e incluyente, la prevención de problemas de salud mental, la educación y sensibilización en el tema, la detección y adecuado manejo frente a señales de alerta y el suicidio; por último la coordinación con la red de salud.